Desnudo. Todo para mi. Tu piel emanaba tan rico aroma. Olía dulce, salado... a sexo y calor.
Estabas tan quieto y sonriente. Era una sonrisa pícara e impaciente.
Yo me limitaba a observarte, forzando a las ganas a dejarme admirarte más, pero me sentías igual, como si mi vista tuviera dedos, ibas estremeciéndote conforme te recorrían mis ojos. El carro estaba lleno de perfume sexual que nos envolvía y decidí no tardarme más en conocerte...
Me entretuve poco en tu rostro. Esa dulce mirada felina y tus labios carnosos que ya conozco! Bajé con rapidez a tu pecho, acariciando tu cuello, arañando tus hombros hasta llegar a el. Tibio, tan masculino. Lo acaricié todo: tus pectorales fuertes y tus pezones suaves. Ya no me podia contener, tenía que conocer su sabor...
Tu respiración se aceleró al sentir mi lengua en ellos y escuché un leve quejido al mordisquearlos, con ganas pero reprimiéndolas a la vez.
Dejé que mis manos siguieran lo que habían empezado. Del centro tu cálido pecho llegué a tu abdomen. Mmmmmm. Se contraía al toque de mis dedos....
Tu pene, que gritaba “presente” se me hizo el más rico de los postres...
Viste mis intenciones, dijiste mi nombre y al verte, me coqueteaste con la sonrisa más traviesa y sensual que he visto...
Sentí con placer como se mojaba mi interior...
Le tomé con una mano y empecé a acariciarto de arriba abajo...
El jadeo se escuchaba como único sonido en ese lugar... me excitaba cada vez más! Más!!!!. Querías más y yo también!!!
La cochinilla
1 comentario:
... y yo también¡¡!! Bravo, muy bueno cochinilla!
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