lunes, 28 de septiembre de 2009

¿Qué vas a hacer hoy en la noche?


Apenas se detiene en el pasillo para darme los buenos días, tan normal como siempre; quién iba a pensar que unos días antes (en ese mismo pasillo) esa pregunta de ¿qué vas a hacer hoy en la noche?, fuera a ser el pretexto para que juntos terminaramos enredados entre sudor y ganas.

Aún recuerdo la manera maniática en que ella movía el pubis, aún recuerdo el vaivén violento y brusco de sus nalgas; como también el desenfreno con que se entregaba toda ella. Apenas si podía yo con lo que me pedía...

Hoy la he vuelto a ver, y me ha dado los buenos días de nuevo, como normalmente siempre lo hacia... Yo me pregunto ¿Será que le gustó?, ¿será que se vuelve a repetir?... Ella camina, sin voltear atrás.

lunes, 29 de junio de 2009

Sólo con el clítoris

La sexóloga norteamericana Lou Paget afirma que casi el 70 por ciento de las mujeres no son capaces de alcanzar el orgasmo sólo con la penetración. Esta cifra se basa en unos estudios realizados por la Universidad de Chicago que revelaron que entre el 22 y el 28 por ciento de las mujeres de diferentes grupos de edad son incapaces de alcanzar el orgasmo durante sus relaciones sexuales.

Uno de los mitos más grandes y dañinos de la sexualidad es el de creer que con sólo ser penetrada las mujeres ya estamos en brazos del orgasmo o que si nos penetran por diez, quince o veinte minutos, el resultado -a huevo- será llegar al clímax. Y esto, evidentemente ha generado millares de mujeres que creen que son anormales o que tienen una disfunción o que son unas pobres insensibles. ¡Y no! La GRAN mayoría de las mujeres necesitamos por fuerza estimulación clitoriana. Así las cosas. No sé porqué en las escenas eróticas de toda película o telenovela en vez de poner a una mujer debajo de un hombre teniendo un orgasmo ipso facto, no la ponen siendo estimulada en el clítoris, eso generaría menos tabúes.

De hecho, debería ser una práctica generalizada el que una mujer tranquilamente mientras es penetrada se autoestimule el clítoris o que parte de la postura incluya el que él la toque. Aunque a muchos, comprobar que la chica se toca ahí abajo en el transcurso del acto les puede provocar más de un cortocircuito emocional. Hay que desechar esa idea. Si quieren dejar de angustiarse por la falta de orgasmo durante el coito, acepten como regla que REQUIEREN que ella se estimule para que ustedes, hombres, puedan dedicarse puntualmente a la penetración. Ella además se liberará en cuanto al contacto con su cuerpo.
No son el mismo orgasmo. No son la misma sensación. Ni siquiera los mismos nervios responden. El clítoris es estimulado por el nervio pudendo, el punto G (el responsable del orgasmo por penetración) es estimulado por el nervio pélvico. Y como saben, que el punto G reaccione no es tan fácil. ¿Por qué obsesionarse? ¿Por qué si tenemos tan a la mano el clítoris, es tan sensible y estructuralmente diseñado con el ÚNICO fin de dar placer, por qué ponerse necios con ‘ni madres, ahora lo logramos sin tocarlo o lo logramos’? El sexo no es un examen de aptitudes. El pene ni su virilidad pierden valor o fuerza porque no sea el órgano que está proveyendo directamente el orgasmo. ¿Les causa algo? ¿Les molesta?

viernes, 22 de mayo de 2009

La nata de Natalia

Cuando Natalia se corre, el suelo se hace nube bajo ella. Y llueve. Sus corridas son fuentes abiertas. Su orgasmo es un torrente de fluido que sale a pedorretas. Si le pusiesen una trompeta entre sus labios menores en el momento del abandono, sonaría la composición más absurda, sucia y antigua.

Los pájaros dejarían de volar para follar.

Los católicos dejarían de reproducirse para follar.

Las sillas querrían follarse a las mesas.

Las mesas querrían ser alambicadas por el culo por las cortinas.

Y así... en un mareo de mareos... al compás de los labios del coño de Natalia tocando la trompeta.

Pero eso no pasa.

No permito le perdida de ninguna gota de tan singular brebaje y con las primeras convulsiones, me lanzo con la boca abierta y los labios en forma de vaso. Mi paladar lo recibe caliente y viscoso como salsa de ostras. Sin tragar. Dejo que rebose sin separarme, adherido, pegado, unido.

Con la última gota entre mis dientes, me levanto y acercándome a su boca, comparto tan voluptuosa hidromiel.

Traga, trago, tragamos... la nata de Natalia.

Tomado de El murmullo de las cucarachas

miércoles, 20 de mayo de 2009

Los coches también aman...

Ok, tengo que admitir que los cerdos también nos enamoramos. Bien dicen que a todo coche se le llega su sábado, y eso me sucedió con una niña del Liceo Francés.

Les presento a la chica que me robó el corazón, y que llamaremos LR.

LR era pequeñita, tez blanca y ojos verdes, sus labios eran carnosos y su rubio cabello rayaba en su cintura, ahhh; esa cintura tan bonita, como de atleta, como de modelo. Así era LR. Siempre llegaba puntual a sus citas, era la presidenta de su grado y abanderada del Liceo. Amaba la ecología y realizaba religiosamente las tareas de su hogar. Solo tenía un defecto: no me pelaba.

En realidad, nunca me animé a decirle nada, era tan perfecta... que no me atrevía a decirle algo. La casaca me fallaba cuando estaba frente a LR. Ella logró que me sudaran las manos, que mi boca tartamudeara y ( lo que más me asustó) sentir mariposas en el estomago. LR me gustaba tanto, que ni siquiera podía masturbarme en su honor, mi enamorado corazón no me permitía ensuciar así su memoria.

Después de su graduación (que no me invitó) dejé de verla. Pasaron los años y no supe nada más de ella, y poco a poco se convirtió en un buen recuerdo. A veces, miraba su foto y suspiraba, otras veces me reprochaba por ser tan mula. Siempre he sido un cerdo! y con ella fui un Mula!

Cinco años después la encontré en un campamento de sobrevivencia. Y bueno, el resto de la historia seguirá en la segunda parte de este relato dedicado a LR.

Pigma Verraco

jueves, 5 de marzo de 2009

Venite conmigo... Por favor!

A mi me gusta que te vengas conmigo!... me llena de placer ver como a poco a poco tu naturaleza salvaje te va tomando, como voy desapareciendo de tu prioridad, y como ese pedacito de carne te va gobernando....

Me gusta el sangoloteo loco de tus caderas, empujándose con más fuerza y rapidez. Disfruto y me excitan tus gemidos. Me gusta sentir como tus ganas se van escurriendo por debajo de tus nalgas...

Me gusta que te vengas conmigo... sino... yo te espero con mis brazos abiertos, con mi pecho acolchonado y con mi entrepierna ardiendo de ganas...

Veni... t

lunes, 12 de enero de 2009

Mis manos y tu piel

Mis manos pueden recorrerte a ciegas sin una sola gota de luz.

Porque tu piel y mis manos se conocen donde no existe cabida para titubeos y malos roces, ya que tú y yo lo hemos confirmado noche tras noche. Éstas te memorizan en cada desliz, movimientos suaves, espontáneos e inspirados en esa textura multifacética y sonora que tienes por piel.

Esa piel que me llama con solo pensarte, donde se desata mis más grandes deseos y porque no, perversiones, porque en ese campo se pueden jugar hasta a las adivinanzas. Porque cada encuentro es una nueva experiencia creada en mis noches de soledad y tu ausencia me hace desearte más.

Es donde en esos lapsos te imagino, con tanta frescura que me abre las neuronas para sacar mis lados oscuros de frases y deseos, porque quiero que hagamos cosas fuera de la razón y que los orgasmos sean sin fin, llenos de lujuria con toques oportunos de pasión. Porque con esa figura no tengo empacho de romperte las ropas y tomarte con tanta dedicación y ganas de que las horas se pasarán como un parpadeo, mientras nos hacemos una sola y densa sustancia de sudor y jadeos.

Y hoy justamente hoy, bajo ese pacto ya establecido, entraré a tu recinto, con ganas y miradas para tomarte, bajando la guardia y sacando la pasión a jugar, para así situarme de nuevo en ese territorio nada ajeno y tan bien conocido, deslizando mis manos y mi boca por esos senderos de piel con espacios justos de vellos, ángulos ideales para salivaciones, entradas estrechas para mis dedos, flácidades ideales para mordidas y algunas succiones.

Porque deseo tomarte una y otra vez mientras nos ahogamos y yo me pierdo entre tu entrepierna que me humedece y embriaga de ese aroma espeso que te sale de tanta excitación. Y así llegar hasta tu sexo y hacerlo mio, entre mordidas, donde busco sin dudar esa parte que te gusta que te muerda para luego introducirme fuerte y de un solo golpe. Ya que tus caderas se resisten dándome más espacio para que haga de las mías dentro de ti, tocando esa textura interior que te llena con mi lengua sudorosa y mis dientes con ganas de tomar tus labios velludos y derretirlos con mi saliva.

Para así perderme y con el choque recuperarme, trayéndome de vuelta con esos golpes que producen tus nalgas al momento de saltar entre palmadas un tanto fuertes que te producen mis manos entre tanto brinco de penetración a ese sexo tibio que tensa tus piernas, eriza tu vientre y crispan tanto tus pezones que tiemblan tan solo con un sencillo roce.

Simplemente mis manos saben lo que te gusta y tu cuerpo me complace respondiéndome con tanto sudor lleno de sensaciones y compases.

La cochinita oscura

domingo, 11 de enero de 2009

Se me antoja

Teniendo tiempo para pensar, inicie un inventario mental acerca de esas cositas que me gustan y me hacen disfrutar el cuerpo de mi pareja.

A todos nos prenden diferentes cosas, pero este cochinito disfruta mucho de:

Los movimientos de ella mientras baila, cómo mueve la cadera, cómo abre poco a poco las piernas al compás de la música, las bajaditas sensuales, a veces lentas, lentas, lentas y otras veces bruscas. Cuando se muerde la boca y me busca con la mirada, para comprobar que me humedezco de ganas.

Descubrir que lleva bajo la falda o pantalón, un diminuto calzoncito... sobre todo su pregunta, -¿Te gusta?- cuando con ansiedad intento sobre la ropa recorrer todos los bordes de la prendita... y en mi cabeza me pregunto ¿de qué color?.

Dicen que el placer comienza en la cachita de la nalga... yo creo que tienen razón.

Cuando sin motivo, me pide que cierre los ojos, me toma la mano, para colocarla sobre su cintura e iniciar el recorrido hasta su pubis, bajo su ropa y comprobar que apenas se percibe una pequeña pelusita que cubre ese triángulito de perdición.

Mmmmm!!!! Pequeñas cosas, las que le dan sabor a la vida.