Cuando Natalia se corre, el suelo se hace nube bajo ella. Y llueve. Sus corridas son fuentes abiertas. Su orgasmo es un torrente de fluido que sale a pedorretas. Si le pusiesen una trompeta entre sus labios menores en el momento del abandono, sonaría la composición más absurda, sucia y antigua.
Los pájaros dejarían de volar para follar.
Los católicos dejarían de reproducirse para follar.
Las sillas querrían follarse a las mesas.
Las mesas querrían ser alambicadas por el culo por las cortinas.
Y así... en un mareo de mareos... al compás de los labios del coño de Natalia tocando la trompeta.
Pero eso no pasa.
No permito le perdida de ninguna gota de tan singular brebaje y con las primeras convulsiones, me lanzo con la boca abierta y los labios en forma de vaso. Mi paladar lo recibe caliente y viscoso como salsa de ostras. Sin tragar. Dejo que rebose sin separarme, adherido, pegado, unido.
Con la última gota entre mis dientes, me levanto y acercándome a su boca, comparto tan voluptuosa hidromiel.
Traga, trago, tragamos... la nata de Natalia.
Tomado de El murmullo de las cucarachas
1 comentario:
me fascina ver como se 'vienen' aunque tristemente solo lo he visto en las tradicionales películas del sábado de CineMax
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