“Sé que la tuve sobre mí por momentos...
Sé que no me dejaba hablar con sus besos. Sé que ponía mi mano ahí donde yo no debo tocarla… pero lo que no sé exactamente es, cuándo empezó ni con qué excusa accedió a estar conmigo ahí, encerrados. Tampoco sé cuánto tiempo duró. Sólo recuerdo que vimos –o creímos haber visto- al repartidor de periódicos”...
Cochinita Pibil
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