Me rehusé muchas veces a publicar en este blog. Pero, no pude evitar escribir acerca de lo prohibido… ahora sí quién me para. (Si mi mamá se entera, se va de espaldas!)
Voy a confesar que, un día que me quedé sola en la casa, aproveché para hacer algo que me daba curiosidad: me di placer a mí misma (lo digo así porque qué clavo usar la otra palabra…)
Ya antes lo había intentado, pero sólo lograba cansarme y mi mano se acalambraba un poco. Por eso, se me ocurrió algo más sencillo y muchísimo más placentero.
Me quité la ropa interior. No necesité ningún estímulo más que mis propios pensamientos pecaminosos.
Coloqué mi clítoris en una de las esquinas de mi cama… así, empecé a moverme. Arriba, abajo, arriba, abajo.
Cerré mis ojos y me dejé llevar por las sensaciones.
Descubrí que el sube y baja debía ser lento, que no debo apresurarme porque todo eso que estaba sintiendo, era mejor prolongarlo.
Por mi cabeza pasaban imágenes de hombres cada vez más prohibidos. Desde un amigo casado de mi hermana, hasta el sacerdote que ofició la misa en mi graduación.
Pecado, por Dios! Qué pecado!
Pero qué rico sentía! Ya no podía parar! Mis manos intentaban agarrarse de las sábanas, de la almohada, de la cama entera!
Mis pies se levantaban del suelo, todo mi cuerpo se puso caliente. Mi corazón acelerado me asustaba, sentía que me moría.
Me quemo, me quemo en el infierno! Qué rico es el infierno!!!!!!
La cochinita tierna
1 comentario:
Gracias por animarte a enviar tu post, la verdad me gusta mucho tu nick! y lo único que resta dejar por escrito y de todo corazón es: DALE!, DALE!, DALE!!!!! que si es rico, ha de ser bueno...
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